Nuestra experiencia nos dice que trabajar con animales dejando a un lado el entorno que éstos proponen queda vacío. Por eso, nos desmarcamos de la propuesta de una actividad hípica y nos centramos en una actividad en y con la naturaleza.
Nuestro espacio está continuamente cultivado con hortalizas, frutas y cereales.
El trabajo con el entorno nos permite:
- Reforzar la integración sensorial.
- Trabajar la atención y la concentración.
- Realizar educación ambiental y agricultura pedagógica.
Y, además de todo esto, después de cada sesión agradecemos al animal su trabajo con una zanahoria, con un corazón de brocoli, con alfalfa o con una mazorca de maíz... De paso, aprendemos de forma vivencial de dónde vienen los alimentos y en qué época del año es posible encontrarlos. Aprendemos qué proceso necesitan y qué aspecto real tienen antes de llegar a nuestros hogares.